Culturalmente hemos vivido una tradición relacionada con la confrontación violenta y hemos pasado de largo buscando caminos de dialogo que permitan el encuentro de voluntades, pero todo ello en el marco normativo y tácito de no realizar acciones concretas, medibles y reales que permitan relacionar en la vida diaria comportamientos que conduzcan a verdaderos cambios y transformaciones. Formas elementales en la sociedad, representadas en aspectos como evadir las normas, desconocer los derechos de los demás, respetar la diferencia, potencializar la tolerancia y desarrollar algún nivel básico de empatía; se convierten en verdades lejanas, distantes y casi que imposibles de alcanzar.
El camino no es sencillo, más aún si pensamos nuevamente en descargar en la ESCUELA el desarrollo pleno del Proyecto de Vida Buena, entendida como la búsqueda de una felicidad que incluya socialmente el concepto de igualdad y el respeto de esas identidades propias y particulares de cada uno de los miembros de una sociedad dinámica, cambiante y multicultural.